Sin duda, aprender euskera es uno de los gestos que más contribuyen a la cohesión de nuestra sociedad. En una sociedad con dos lenguas oficiales, conocer ambas lenguas es la principal condición para que cada interlocutor se comunique en la lengua de su elección.
En Debagoiena, alrededor de 8.000 personas han aprendido el euskera fuera de la familia, ya sea en la escuela o en el euskaltegi. De ellas 1.500 son mayores de 50 años; lo que supone, casi a ciencia cierta, que han aprendido el euskera de adultos. Pero, además, otras 3.000 de esas personas mayores de 55 años han logrado un alto nivel de comprensión.
El aprendizaje del euskera por parte de miles de personas ha sido, sin duda, uno de los fenómenos más positivos de la sociedad vasca de las últimas décadas.
Creo que es asimismo de justicia valorar la labor de cientos de euskaldunes que se dedicaron en épocas pasadas desinteresadamente a enseñar euskera y la de cientos de voluntarias y voluntarios que en la actualidad ofrecen espacios de uso a los euskaldunberris en programas como Mintzalaguna o Auzoko.
En un momento en que se habla tanto de memoria histórica, sería una gran aportación a dicha memoria la recogida de los testimonios de tantas y tantas personas que han dedicado su esfuerzo a aprender el euskera o a facilitar su aprendizaje. La divulgación de dichos testimonios sería, por otra parte, una de las mejores formas para animar a aquellas personas que aún no se han decidido a dar el paso.